Una intensa jornada de negociaciones a cuatro bandas, Real Federación Española de Balonmano, Consejo Superior de Deportes, Iberia y Lufthansa ha culminado con la llegada de la selección española femenina al filo de las cuatro de la tarde a la Termina 4 del aeropuerto Madrid-Barajas.
La ola de frío que azota el centro de Europa dibujaba un escenario muy complejo para el regreso del equipo nacional, que ayer veía como cancelaban su vuelo de regreso a España, teniendo que dormir en Frankfurt.
Eran las cinco de la mañana cuando la delegada del equipo, Sara Lobo, junto al jefe de la expedición, Juan Oliver, se personaban en el aeropuerto internacional de Frankfurt gestionando el regreso a España. Y las noticias no eran ni mucho menos optimistas.
Todos los vuelos de hoy entre Frankfurt y Madrid operados por la aerolínea germana tenía sus plazas completas, y la lista de espera se disparaba hasta el 26 de diciembre.
Con la tensa espera de obtener una respuesta para cambiar las aeronaves y habilitar un avión de mayor capacidad, se iniciaron las gestiones en paralelo con Iberia.
Era las 12:50 horas cuando una llamada telefónica abría todas las esperanzas. Iberia, en un gesto loable, cambiaba la ruta de uno de sus aviones que cubría la ruta Colonia-Madrid, para pasar por Frankfurt y recoger al combinado español.
“Parecía casi imposible que regresáramos para pasar las Navidades con la familia”, apuntaban algunas jugadoras, “pero gracias a Iberia estamos aquí. Es alucinante”.
A su llegada, con rostros de cansancio y la los ojos conteniendo algunas lágrimas al ver a sus amigos y familiares en la terminal, finalizaba una odisea que ha tenido que vivir toda la expedición en su regreso a casa.
Begoña Fernández, Andrea Barnó y Eli Pinedo fueron las únicas que tuvieron conexión interna, subiendo al avión con destino Pamplona sin tan siquiera tarjeta de embarque. El resto, esperan sus enlaces para volver a casa.
Toda la expedición ha llegado sin equipaje, algo que se resolverá con Lufthansa, compañía con la que estaba previsto el viaje y que transportó al equipo hasta Frankfurt, pero eso ahora es un asunto menor.
El Mundial ha tenido un sabor agridulce; el cuarto puesto es histórico, pero en la mente de jugadoras, técnicos y aficionados está el sentimiento de que este equipo hubiera merecido la suerte de tocar algún metal.
