Sencacional el último reportaje balonmanístico publicado por Manuel Borrego en su blog, 'Tinta amarilla'. El motivo, un grupo mixto de jubilados teldenses, de entre 61 y 79 años, que conforman el equipo más curtido y experimenta del deporte en las Islas Canarias, a pesar de que la mayoría de ellos no lo practicaron hasta su jubilación.
Ellos fueron bomberos, aparceros, cocineros, transportistas, modistas, amas de casas; son padres, madres, abuelos, etcétera. Es decir, ciudadanos ejemplares. Ahora forman un equipo singular, "la joya del deporte teldense", como lo califica su propio instructor, Juan Francisco Rodríguez (39 años), quien siente un regocijo personal los días que acude al Pabellón Rita Hernández para entrenar a sus jugadores de balonmano. De ésto hace ya quince años y ha podido preparar a varias generaciones de jubilados, activos desde el alba gracias al deporte. La única condición para ser integrante de este proyecto es superar los cincuenta años, pero el Balonmano de Mayores Ciudad de Telde es sin duda uno de los conjuntos más curtidos del país, con integrantes cuyas edades oscilan entre los sesenta a los setenta y nueve años de edad y "con una ganas locas de aprender y disfrutar".
Juanfra Rodríguez les reunió a primera hora de este jueves para alumbrarles el camino: el próximo 11 de mayo es la fecha de la gran revancha contra el único conjunto grancanario de la especialidad al que se pueden enfrentar: el de San Bartolomé de Tirajana. "Aunque la edad media de los sureños es inferior a la de nuestro equipo", refleja el entrenador, "sin embargo a finales del pasado año disputamos un encuentro y logramos la victoria por cuatro goles. El Rita Hernández estaba prácticamente lleno, con casi dos mil personas en las gradas. El partido tenía una motivación especial porque días antes había fallecido uno de nuestros jugadores, José Melián, y aquel partido sirvió como una especie de homenaje al amigo que ya no estaba con ellos. A toda la concurrencia se nos puso un nudo en la garganta".
Preparados
Los balonmanistas veteranos de Telde desconocían en su mayoría lo que era este deporte. "Era el único que podríamos practicar con balón. El fútbol: ni hablar; es inevitable el contacto. El baloncesto tiene la dificultad de la altura a la que están colocadas las canastas y se convertiría en una actividad más aburrida y menos espectacular. El balonmano, en cambio, nos valió. Lo de los goles lo entiende todo el mundo y, además, esta modalidad tiene unas modificaciones en las que no se permite el contacto ni el bote. Hay que pasar siempre. Los partidos con San Bartolomé son muy intensos y en nuestro equipo se viven con mucha pasión".
Uno de los aspectos que más asombra del comportamiento colectivo del Balonmano de Mayores de Telde, en realidad deportistas en fase inicial, es que todossus integrantes se amoldan a los sistemas de juego e, incluso, adquieren y aplican acciones de estrategia. "No hay techo en este grupo. Sus ganas por hacer deporte son enormes. Ellos no necesitan instrucciones para situarse en la cancha, realizar los movimientos o desplazamientos e, incluso, ensayan sus propias jugadas. Hay auténtica disciplina de equipo".
Gracias al deporte han podido conocer a otros rivales y lugares. "Hemos realizado exhibiciones en Asturias, Cataluña, País Vasco y Valencia. Nuestro proyecto es pionero en toda España. Sé que cualquier actividad física deportiva para personas de la Tercera Edad impone cierto respeto para los instructores. La clave está en encontrar la mejor modalidad o la más adecuada, que les motive y les divierta. Contamos, además, con el apoyo médico del doctor Javier Hernández Campos, que nos mima desde su despacho del servicio de Deportes".
Escuchándoles, observando sus miradas, nos percatamos de que algo jamás cambia en la vida a pesar del tiempo y de las circunstancias: cuando un balón echa a rodar no existe la edad para que aflore el perenne espíritu pueril que nunca nos abandona.
Pacheco (70 años, teldense, cinco hijos y ocho nietos) acude al entrenamiento vestido de paisano. Está lesionado pero la disciplina de grupo no la extravía. Escucha la propuesta de la jornada de su entrenador, Juanfra Rodríguez, y tras ella hace una tabla de flexiones. "Tengo que mantenerme en forma. ¡Poseo una velocidad!". Es el miembro del Balonmano de Mayores Ciudad de Telde que más recorrido deportivo tuvo en su etapa juvenil. "Yo jugué con Tonono en el Arucas", recuerda. "Tenía dos años más que él pero ya se veía que iba para figura. Apunte también que llegué hasta los juveniles de Las Palmas. Y añada que jugué en el Emeritense, el Gran Tarajal, el Agaete y el Firgas. Jugaba de delantero. Aún mantengo la velocidad".
Tito es un caso atípico en el grupo. La mayoría de los integrantes conocieron el balonmano cuando se pusieron a las órdenes de Rodríguez. Ocho de los componentes tienen sus vidas entrelazadas. Forman matrimonio José Bueno Trujillo y Josefa García Perdomo (ausentes estos días, por disfrutar de un viaje), José Miguel Vega y Teresa Jiménez Díaz, Antonio Carrasco y Rosario Nieto además de Santiago Almeida Rodríguez y Lucía Hernández. Carrasco (62 años) y Rosario Nieto (61) sonríen cuando nos indican que "somos los godos del equipo". Proceden de Asturias y han encontrado en el deporte ese plácido lugar de esparcimiento. Carrasco recuerda que fue un luchador de la siderometalurgia asturiana: "Fue una época muy cruda. Éramos la mala hierba de España. Tuvimos huelgas (aquello sí que eran huelgas, oiga)", apunta, "pero nunca recibí un palo: corría más que la policía. Nos movilizaban los sindicatos, que estaban en la clandestinidad. Eso sí que era lucha del obrero".
José Miguel Vega (70 años) no practicó deporte alguno en su niñez. A los ocho años de edad tuvo que madurar porque ya era pastor en Montaña Alta de Guía. "Anote bien: tengo cuatro hijos y cuatro nietos", recalca desde la jubilación tras una larga trayectoria profesional en la que ha ejercido como cocinero, taxista, enconfrador y agricultor. Liberado de ataduras, se enamoró del balonmano hace una década. Y su esposa, Teresa Jiménez (65 años), guiense, es un ejemplo de pelea contra la adversidad. Una grave fractura de tobillo, tibia y peroné ocurrida hace unos años no le condiciona su vida actual: "tengo la pierna llena de tornillos. Pero aquí hay que venir para estar en forma". Y sonríe.
Juan Velázquez López (61 años, cuatro hijos) se emociona cuando habla de su pasado. "Antes la vida era muy cruel. Caminaba descalzo para ir al colegio y luego a trabajar desde los doce años, en los tomateros de Marfú. Mi madre murió joven, con 49 años, y mi padre en cambio tuvo una larga vejez hasta los 94. Yo nací cuando él cumplió los 61 ... y nací porque así lo quiso el destino. Mi padre", añade, "escapó de la muerte cuando era joven. Tenía previsto viajar en 1919 a Santiago de Cuba en el Valbanera. Pero llegó media hora tarde al puerto y el barco zarpó sin él. Y así escapó de aquel naufragio en el murieron tantos emigrantes canarios. Luego cruzó el Atlántico en el Santa María".
Pastora Araña (69 años, dos hijos y tres nietos) podría pasar por la relaciones públicas del equipo. Fue modista y ama de casa, comparte charla con la bonaerense Magdalena Hermann, "diga más de quince años", con tres hijos y cuatro nietos. "Me casé con un gallego, así le llamamos allí a los españoles, y aquí vine con mi marido Juan Pérez León. Al principio, en la Isla, estuve trepando por las paredes pues me faltaba algo; hasta que encontré este grupo tan divertido".
Y así toda los miembros de la plantilla con una historia hermosa propia: Miguel Santana Suárez (70 años, dos hijos, dos nietos y un tercero en ruta) empezó a trabajar "con trece años despedregando parcelas de cultivos"; Gerardo Oronoz Martín (76 años, cuatro hijos y seis nietos) integrante del primer Huracán de Schamann, en 1953, delantero antes que camionero. Juan Manuel Díaz (67 años, siete hijos y cinco nietos), el cartero de Telde durante un cuarto de siglo. Manuel Castro Placeres (76 años, tres hijos y dos nietos), bombero en su época en la fábrica de abonos. Gente excepcional que retocan sus vidas iluminando a los demás en torno a un balón y dos porterías.